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El dilema de la primavera en Guatemala: ¿Es realmente eterna?
Blog Maya-Ethnobotany

El dilema de la primavera en Guatemala: ¿Es realmente eterna?

Tanto en Guatemala, como en el extranjero, los guatemaltecos reconocemos con orgullo a nuestro país como el de la eterna primavera. Sin embargo, existen muchas probabilidades de que la mayoría de nosotros no identifique cuando ocurre esta estación. ¿Será porque todo el año vemos flores que no la reconocemos, o bien, que muy pocas veces nos referimos a ella?

Flores de nazareno (Petrea volubilis) en el jardín etnobotánico de FLAAR. Fotografía de Nicholas Hellmuth. Cámara Nikon D800E, lente 50mm. Agosto 2015.

En general, es poco común que dentro del país utilicemos el término primavera. Si bien el país se pinta de flores todo el año, lo cual probablemente respalda el título de la primavera eterna, es más común que utilicemos únicamente los términos invierno y verano. De hecho, decimos que en noviembre inicia el verano y en mayo, con las primeras lluvias, el invierno.

Árboles de matilisguate rosado (Tabebuia rosea) floreciendo en el sur de Senahu, Alta Verapaz. Fotografía de Nicholas Hellmuth. Cámara Canon PowerShot G16. Marzo 2014.

Controversialmente, las estaciones meteorológicas (invierno, primavera, verano y otoño) no coinciden con las nuestras. Según la meteorología, el verano se extiende en el hemisferio norte aproximadamente desde junio hasta septiembre; un periodo en el que la lluvia no cesa en Guatemala. Por otro lado, el invierno ocurre desde diciembre hasta marzo. En virtud de ello, el calor del verano produce las abundantes lluvias, mientras que el frío del invierno, se refleja en las bajas temperaturas de la Navidad y el fin del año (o bien las bajas temperaturas de enero y esporádicamente, de febrero).

Las estaciones meteorológicas se relacionan con las estaciones astronómicas y en general, se basan en el movimiento de la tierra alrededor del sol así como en la inclinación de su eje. A grandes rasgos, se podría decir que en el verano (o solsticio de verano) uno de los hemisferios está más cerca del sol y en el invierno (o solsticio de invierno), más alejado. Durante el otoño y la primavera, ambos considerados equinoccios, no hay una porción más cercana al sol sino que los dos hemisferios están a la misma distancia.

En relación con lo anterior, sucede que el paso de las estaciones se ve más marcado en el extremo de ambos hemisferios de lo que se ve en nuestro país. Por eso, es más común que en países europeos o incluso en los Estados Unidos, las personas reconozcan mejor el cambio de las estaciones.

Adicionalmente, se puede decir que el equinoccio de primavera se desenvuelve en Guatemala de marzo a junio. Precisamente en esta época ocurre uno de los periodos más marcados de floración. Los matilisguates amarillos (Handroanthus spp.) y rosados (Tabebuia roseay Handroanthus impetiginosus); las jacarandas (Jacaranda mimosifolia – una especie sudamericana muy popular en el país); los coralillos (Citharexylum donnell-smithi) los árboles de chilca (Senecio salignus), y los encinos (Quercus spp.), entre muchas otras especies, se llenan de flores. Durante la Semana Santa, que generalmente se conmemora en abril, es notorio como en la costa del Pacífico las carreteras son adornadas con las flores de los matilisguates.

Árbol de Cortez (Handroanthus sp.) floreciendo en el kilómetro 224 de la carretera CA9. Fotografía de Nicholas Hellmuth. Cámara Nikon D810, lente 45 mm. Marzo 2016.

Paradójicamente a lo que no ocurre en otras latitudes, más tarde en el año ocurre un segundo periodo bastante marcado de floración. En lo que corresponde al equinoccio de otoño florecen las dahlias (Dahlia imperialis), el botón de oro (Tithonia spp.), los taxiscobos (Perymenium grande), los árboles de siete camisas (Ipomea spp.) y una amplia variedad de especies de las cuales muchas son hierbas. Por eso, las carreteras del altiplano guatemalteco se llenan de colores y abundan las praderas llenas de flores.

Árbol de taxiscobo (Perymenium grande) floreciendo en el caserío Parochoch, Salamá, Baja Verapaz. Fotografía de Nicholas Hellmuth. Cámara Nikon D5, lente 200-400 mm. Diciembre 2017.

Sin embargo, eso no es todo. Es bien sabido que en cualquier mes del año habrá flores en Guatemala. Los timboques (Tecoma stans) florecen casi todo el año; las pascuas (Euphorbia pulcherrima), mayormente las silvestres, de octubre a febrero; los cactus galán de noche (Disocactus spp.), en junio; una gran variedad de orquídeas nativas, en septiembre; y los quiebracajetes (Ipomoea spp.), en octubre. Entonces, ¿será realmente por esta abundancia de flores durante todo el año que no reconocemos la primavera, o bien, que muy pocas veces hablamos de ella?

No usamos el término primavera porque nuestro sistema educativo predominante y en general, la mayoría de las industrias (particularmente la agrícola) se basan en las concepciones propias, ya descritas, del verano y del invierno. Estos conceptos fueron probablemente adoptados durante la colonia, mientras los colonizadores veían que había dos períodos con climas muy marcados (algo que ocurre con frecuencia en los trópicos): el lluvioso y el seco. Por eso, estas percepciones contradictorias están incorporadas en nuestro sistema y más aún, permanecen arraigadas en nuestro imaginario urbano.

De esa forma, es probable que en esta época, mientras la primavera ocurre en Guatemala, mantengamos nuestra percepción del “verano” (y continuemos realizando actividades como visitar las playas, celebrar bodas, impermeabilizar las casas y lavar los textiles del hogar). Sin embargo, y a pesar de las causas tanto históricas como culturales por las que no nos referimos a esta estación tan colorida, hay motivos para que disfrutemos de ella en esta época – y, singularmente en nuestro país, de su prolongación a lo largo del año (guiño).

Las culturas mayas y la primavera:

La cultura maya tenía un conocimiento muy afinado sobre las estaciones meteorológicas. Prueba de ello, son las edificaciones que construyeron en las que los astros interaccionan de diferente forma con ellas a lo largo del año. Uno de los ejemplos mejor conocidos de esto es el templo de Kukulcán, en Chichén Itzá, en el que la luz proyecta una sombra en forma de serpiente durante los equinoccios. Sin embargo, por la pérdida de los conocimientos ancestrales, entre muchas otras dinámicas culturales, es probable que la mayoría de culturas indígenas remanentes no entiendan estas estaciones con la misma exactitud.

Por otra parte, la ignorancia actual en relación con estos conocimientos puede provocar que en nuestro país se dejen pasar por alto muchos procesos vegetales que responden a estas estaciones. En otras palabras, el no entender cómo se desenvuelven las estaciones meteorológicas puede provocar que tampoco se comprenda la forma en la que las plantas se desarrollan, en respuesta a ellas. Esto puede ser lamentable si se considera la cantidad de procesos fisiológicos vegetales que los agricultores guatemaltecos no conocen y por lo tanto, la falta de eficiencia en muchas de las prácticas agrícolas.

El equipo de FLAAR y FLAAR Mesoamérica ha tenido la oportunidad de documentar la primavera a través de una diversidad de flores que aparecen a lo largo del año. Actualmente, uno de los objetivos en el proyecto de la Reserva de la Biósfera Maya es fotografiar las flores y ecosistemas que se desarrollan en distintas épocas del año dentro de los parques, biotopos y demás zonas protegidas de dicha reserva. De esa forma, una amplia variedad de fotografías (tanto de especies vegetales como de otras especies y ecosistemas) están disponibles en nuestros sitios:

  • www.maya-ethnobotany.org
  • www.maya-archaeology.org
  • www.maya-ethnozoology.org
  • www.digital-photography.org
  • www.mayan-characters-value-based-education.org
  • www.mayantoons.org
Written by Sergio D’angelo Jerez

 

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